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miércoles, 9 de febrero de 2011

LOPE DE VEGA: FUENTEOVEJUNA


SIGLO DE ORO ESPAÑOL


Quizás nuestro más brillante y prolífico periodo; años en que el imperio español era conocido en el mundo entero por su dominio imperial y por su producción artística. Podríamos considerar que el Siglo de Oro español comienza en la segunda mitad del siglo XVI, cuando tras las crisis sociales surgidas en Castilla, Valencia y Mallorca, Carlos I estabiliza su Imperio y consolida un Estado Moderno con una Monarquía absoluta. Social y económicamente, España encara una fase de expansión. La plata de los tesoros que se extraen de América, así como la herencia que el Rey acopia en sus manos de reinos de medio Europa favorecen al desarrollo del país.

La creatividad y la producción artística empiezan a desarrollarse poco más tarde, a finales ya del siglo, con el Renacimiento. Entrados ya en el XVII, y mientras la sociedad española empieza a vivir su declive, producto de la progresiva ruina a la que se ve sometido el Estado español para mantener todas sus colonias, el Siglo de Oro, en su vertiente cultural llega a su auge de la mano de nuevas corrientes artísticas: el Manierismo y el Barroco. La expulsión de los moriscos, las guerras de separación de Portugal y Cataluña, los bandidos, la falta de recursos que provenían de América, cada vez más escasos, inciden en el proceso expansionista del Imperio. Comienzas las derrotas exteriores y con ellas, el desmembramiento del Reino. Pero tradicionalmente, hablar del Siglo de Oro español, es relacionarlo con la cultura. Juan Luis Vives, seguidor de Erasmo, los hermanos De Valdés, o Francisco de Vitoria, fueron los primeros que comenzaron a destacarse en el ámbito literario, todos de marcado índole económico, como poco más tarde, lo fueron Martín de Azpilcueta y Tomás de Mercado. Las ciencias experimentales comenzaron a florecer. Surgieron centros de estudio como la Casa de la Contratación o la Biblioteca de El Escorial. Y como consecuencia, se desarrollaron otras ciencias aplicadas, como las navales, la cartografía o la minería.

Paralelamente, a mediados del XVI, la literatura renacentista también empezó a dar sus primeros frutos importantes de la mano de Garcilaso de la Vega, de clara inspiración italiana, y de Fray Luis de León. en novelas, surgió con fuerza el género picaresco con “El Lazarillo de Tormes” en el año 1554. En literatura mística, Teresa de Jesús se convirtió en una de las grandes poetas no de la época, sino de todos los tiempos de la literatura hispana. Ya en el siglo XVII, la crisis económica y social, fomentó el gusto por el espectáculo; las clases populares dieron un paso al frente e intentaron en el campo de las artes ofrecer una expresión al mundo de la situación qeu se vivía. La ostentación, la extroversión… el Barroco español conoció una época gloriosa: Francisco de Quevedo, representante del conceptismo, firme defensor de la moral, y gran escritor de poemas amorosos. Luis de Góngora, el mayor exponente del culteranismo con su “Fábula de Polifemo y Galatea” (1613). Los ensayos renacen con Baltasar Gracián y su “Criticón“, y sobre todo, la narrativa hispana de la mano del propio Quevedo con su “Buscón“, Mateo Alemán y su “Guzmán de Alfarache” o Miguel de Cervantes con la obra cumbre de la literatura española: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha“.

Por último, enmarcado también dentro del Barroco español, no podía quedarse atrás el teatro, y de esta época es también nuestro mayor exponente, el Fénix de los Ingenios, el prolífico dramaturgo Lope de Vega, autor de grandes obras como “El Caballero de Olmedo” o “Fuenteovejuna“. Tirso de Molina, con “El burlador de Sevilla” o Calderón de la Barca, otro de nuestros grandes autores, con “La vida es sueño” y “El Alcalde de Zalamea“, son también claros representantes de nuestro Siglo de Oro. Pero no sólo en el terreno literario destacamos en esta época, pues este boom artístico llegó a otras ramas artísticas como la arquitectura, con la construcción del monasterio de El Escorial, obra de Juan de Herrera. En pintura, El Greco, José de Ribera, Zurbarán, y sobre todo, Murillo y Velázquez se convirtieron maestros de talla mundial: “La Rendición de Breda“, “La venus del Espejo“, “Las Hilanderas“…El Siglo de Oro fue para todos un grito a los sentidos, a la expresión en todas sus artes, a la elevación del espíritu, y a la grandeza de un Imperio venido a menos, pero que durante más de un siglo se convirtió en el centro mundial artístico. El Siglo de oro es , hoy por hoy, nuestro Siglo.

LOPE DE VEGA

Nació como Lope Félix de Vega y Carpio en Madrid, el 25 de noviembre de 1562. Hijo de un bordador. Desde muy joven mostró gran facilidad para las letras y otras artes. Cursó estudios en un colegio de la Compañía de Jesús y después en las universidades de Alcalá y Salamanca. En 1583 participó como soldado en la expedición a las Azores que, al mando de don Álvaro de Bazán, sirvió para conquistar la Terceira, la última isla que faltaba por incorporar a la corona de Portugal, entonces en manos de Felipe II. A los diecisiete años se enamoró de la actriz Elena Osorio, que estaba separada de su marido y con la que vivió un tormentoso y apasionado idilio, que muchísimos años después, ya en su vejez, recreó en su novela dialogada La Dorotea (1632). Elena Osorio será la Filis de sus poemas en esa época. Al abandonarle su amada, hizo correr por Madrid unos versos ofensivos para ella y su familia, que le valieron un proceso y una pena de destierro en 1588. Decidió cumplir su destierro en Valencia y salió de Madrid en febrero de dicho año.

Tres meses después, en mayo, se casó por poderes con Isabel de Urbina, mujer de familia noble y acomodada; hay fundadas sospechas de que Lope, transgrediendo la pena de destierro, no se encontraba lejos de la iglesia donde la boda se estaba celebrando. Lope ha hablado algunas veces de su participación en la Armada Invencible en 1588, pero los críticos no están muy seguros de que eso fuera verdad. Con su esposa Isabel, la Belisa de sus poemas, vivió en Valencia hasta 1590, y después, protegido por los duques, en Alba de Tormes, donde murió Isabel en 1594. Al año siguiente es perdonado y vuelve a Madrid, donde ya es famoso y admirado como autor teatral. Su nuevo amor es Micaela Luján, una mujer bella e inculta a la que ya dirigía versos desde 1593 con el nombre de Camila Lucinda. Micaela estaba casada, y mantuvo relaciones con Lope quince años, dándole cinco hijos, dos de los cuales fueron sus preferidos: Marcela y Lope Félix. A pesar de esta relación con Micaela, el 25 de abril de 1598 contrajo matrimonio con Juana de Guardo, mujer extraordinariamente vulgar, hija de un rico abastecedor de carnes, nunca hizo efectiva la dote que había prometido a su hija.

Esos primeros años del siglo XVII nos presentan a un Lope que nos sigue asombrando por su desmesura: amores, a veces desgraciados y siempre difíciles, se entremezclan con una incesante producción literaria y teatral; en 1604 publicó una complicada novela, El peregrino en su patria, en la que insertó la lista de las obras que llevaba escritas hasta entonces; son 219 títulos y Lope tenía sólo 41 años. En 1608 rompió con Micaela Luján y se produce en él un arrepentimiento que puso de manifiesto en sus poemas religiosos; también aumenta su dedicación al hogar y a su hijo nacido en 1606 Carlos Félix.

En 1609 publicó el poema Arte nuevo de hacer comedias, en el que explicaba su concepción del teatro y que se va convertir en el canon del teatro español de esa época: ruptura con los preceptos del teatro clasicista, mezcla de lo trágico y lo cómico, variedad de estilo dentro del decoro poético, versos y estrofas variadas, e intercalación de elementos líricos. En 1612 muere su hijo preferido, Carlos Félix, y un año después su mujer, Juana de Guardo; Lope sufre una gran crisis emocional y en 1614 se ordena sacerdote. Los actores y el público siguen asediándole para que continúe escribiendo comedias y eso hace, al mismo tiempo que vuelve a caer en amoríos. En 1616 conoce a Marta de Nevares, muchacha de 26 años que a los trece se había casado contra su voluntad con un mercader. Marta era guapa y estaba dotada para la música y la literatura: fue la Amarilis y la Marcia Leonarda de sus poemas y novelas. Lope vivió momentos de prosperidad económica. En 1621 su hija Marcela ingresa en el convento de las Trinitarias, quizá para huir de la vida irregular de su padre; y ese mismo año su hijo Lope Félix salió de casa para iniciar la carrera de las armas, que le llevó a la muerte en un naufragio frente a las costas de Venezuela en 1634, lo que llenó de pena al anciano Lope. Hacia 1623 Marta de Nevares se queda ciega y luego pierde la razón; hasta que muere, en 1632, Lope estará a su lado cuidándola abnegadamente. En 1634 su hija Antonia Clara, tenida con Marta, de sólo diecisiete años, se fugó con un galán, llevándose joyas y dinero. Esta fuga y la muerte de su hijo Lope Félix le llenan de tristeza, y el 27 de agosto de 1635 muere en Madrid. La muerte de su gran poeta conmovió al público madrileño, que acudió en masa a su entierro.

La fecundidad literaria de Lope de Vega es impresionante; cultivó todos los géneros vigentes en su tiempo, dando además forma a la comedia. Escribió unas 1.500 obras teatrales, muchas de ellas perdidas, entre las que se encuentran auténticas joyas de la literatura universal como El comendador de Ocaña, El caballero de Olmedo, El villano en su rincón, El castigo sin venganza, La dama boba o El perro del hortelano. Fechar estas obras no es fácil, pero puede decirse que sus mejores obras teatrales están escritas a partir de la primera década del siglo XVII. Escribió novelas pastoriles (La Arcadia, 1598); novelas bizantinas, un género de novela de aventuras con tramas complicadísimas de origen griego (El peregrino en su patria, 1604); novelas cortas como Novelas de Marcia Leonarda (1621-1624), título genérico que subtituló Los pastores de Belén o Arcadia a lo divino y que incluyen Las fortunas de Diana, La Filomena, La desdicha por la honra, La prudente venganza y Guzmán el Bueno, todas ellas de estilo y argumento muy cervantino. Pero su gran obra narrativa es La Dorotea (1632), en la que un Lope septuagenario rememora sus amores casi adolescentes con Elena Osorio y cuya estructura es la de La Celestina en un claro homenaje a Fernando de Rojas.

En su obra lírica fue más innovador en formas y contenidos y refleja con gran libertad su personalidad, ya que funde vida y literatura como siglos después hará el romanticismo. Entre sus poemas épico-narrativos destacan La hermosura de Angélica (1602), La Jerusalén conquistada (1609) o La Dragontea, (1602) y entre los burlescos La Gatomaquia (1634). Además, de todos los poemas intercalados en sus obras en prosa, Lope de Vega reunió sus poesías líricas en las Rimas (1602), volumen que contenía doscientos sonetos; las Rimas sacras (1614), el Romancero espiritual (1619) y las Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634). Pero donde verdaderamente se manifestó el genio creativo de Lope fue en el teatro. Huyó del teatro renacentista de corte clásico pesado y lento y sometido a la tiranía de las unidades de tiempo, lugar y acción; también rechazaba la rígida separación entre tragedia y comedia, y además introdujo un personaje nuevo, el gracioso, un antihéroe que da a la obra hondura dramática y conmueve por su humanismo. En cuanto a la métrica se sirve de la polimetría: tanto de versos de arte mayor o menor y de multitud de estrofas, en función del estado anímico del personaje y de la necesidad escénica y argumental. En cuanto a los argumentos, aunque casi todas sus comedias giran en torno a la monarquía y la religión, aparentemente el pueblo aparece como protagonista. A partir de estos ingredientes se formó la comedia española o teatro nacional y a su creador, Lope de Vega, le valieron críticas y recelos de muchos de los escritores de su tiempo pero, en cambio, el reconocimiento más absoluto del público.

Las comedias de Lope no tienen una gran profundidad psicológica como las de Calderón o Shakespeare, pero su encanto reside en la acción y en los argumentos que toma de leyendas antiguas y de la historia, y que presenta como reales aunque están idealizados. De las 1.500 obras dramáticas que Lope dijo haber escrito, se conservan 426, de las que sólo son seguras 314 comedias y 42 autos sacramentales; todas son muy difíciles de fechar. Entre las piezas teatrales de asunto religioso destacan Lo fingido verdadero sobre la vida de san Ginés, El robo de Diana, Los trabajos de Jacob, El rústico del cielo, La hermosa Esther o El nacimiento de Cristo; de tema mitólogico son Las mujeres sin hombres (sobre las amazonas), El marido más firme (Orfeo), El laberinto de Creta o El amor enamorado (Dafne); al tema histórico y legendario español pertenecen El último godo, El bastardo Mudarra, El mejor alcalde, el rey, La Estrella de Sevilla, Fuenteovejuna, Peribáñez y el comendador de Ocaña, que se encuentran entre sus mejores obras, como algunas de ambiente costumbrista y popular, entre ellas: El perro del hortelano, El villano en su rincón, La dama boba, Los melindres de Belisa, La moza del cántaro, El acero de Madrid. Lope de Vega abruma en su grandeza; Miguel de Cervantes le llamó "monstruo de la Naturaleza" con cierta envidia y despreció aunque también reconoció que había logrado "el cetro de la monarquía teatral". Hoy se le sigue considerando como el primer dramaturgo español moderno que supo establecer una dialéctica con el público por medio de la tensión dramática y del talento y belleza de sus versos.

EL TEATRO DE LOPE DE VEGA


Innovaciones en el teatro de Lope de Vega

Las innovaciones que realizó el teatro de Lope de Vega, están expuestas en sus teorías dramáticas, compendiadas en el “Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo” (1609), escrita a pedido de la Academia de Madrid. Sus teorías se oponen a las teorías horacianas, expuestas en la “Epístola a los Pisones” (conocida como “Ars poetica”). Dentro de las tres unidades dramáticas: acción, tiempo y lugar, aconseja respetar la unidad de acción, únicamente, para mantener la verosimilitud, rechazando las otras, principalmente en las obras históricas, donde se torna absurdo su seguimiento. Aconseja mezclar lo cómico con lo trágico. Lope regulariza el uso de las estrofas acompasadas a las situaciones.

El teatro de Lope de Vega en el Siglo de Oro español

La temática de sus obras teatrales, gira en torno al amor y el honor. Su público era totalmente amplio. Su obra abarca más de 1500 obras, según sus palabras. Pero sólo se conservan unas 300, atribuidas al autor con seguridad. Su temática es tan variada, que hace difícil su clasificación. Las comedias de capa y espada son las más abundantes: “La dama boba”, “El castigo del discreto”, “La desdichada Estefanía”, “Amar sin saber a quien”, etc. Otras obras: “La mocedad de Roldán” (caballeresca), El robo de Dina” (tema bíblico), “El bastardo Mudarra” (histórica).

Pero sus obras más famosas son: “La Estrella de Sevilla”, “Fuente Ovejuna”, “El mejor alcalde”, “Peribáñez y el comendador de Ocaña”, “El perro del hortelano”, “La hermosa fea”, “La moza de cántaro”.


FUENTEOVEJUNA
Generalidades

Fuenteovejuna es una obra teatral en tres actos escrita por Lope de Vega, una de las más importantes de su prolífica carrera creativa. Fue publicada en Madrid en 1619 dentro del volumen Docena Parte de las Comedias de Lope de Vega Carpio.Representada en tres actos en donde, en el primero se presentan los hechos y las circunstancias, en el segundo se van desarrollando los hechos y en el tercero se resuelven. Está escrito en el Barroco, el cual, además de un periodo de la historia del arte, fue un movimiento cultural que se extendió en la literatura, la escultura, la pintura, la arquitectura, la danza y la música desde 1600 hasta 1750. El periodo Barroco surge entre los periodos del arte del Renaciemiento y el Neoclásico. Su contexto histórico se desarrolla en una época en la cual la iglesia Católica tuvo que reaccionar contra muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y nuevas formas de religión, como la Reforma Protestante.

Fuenteovejuna es una obra de contenido social y reivindicativo. Presenta la rebelión del pueblo, unido ante la tiranía y la injusticia expuestas crudamente a finales del siglo XV principios del XVI; la obra está escrita en 1610 y se puede considerar de una gran valentía y de carácter pedagógico. Los hechos se desarrollan en el pueblo cordobés de Fuente Obejuna en época del reinado de los Reyes Católicos, 1474 - 1516. Hay constancia de que la obra de teatro se ha representado en Fuente Ovejuna (son correctas las cuatro formas de escribir el topónimo: con -b- o con -v-, junto o separado) desde 1935 varias veces por grupos de teatro profesionales de prestigio en la plaza de la localidad (los años; 1935, 1956 y 1962), con los vecinos participando sólo como "extras". En 1987 se acordó que la obra sería representada exclusivamente por los vecinos en 1992, habiéndose representado desde entonces por los vecinos en seis ocasiones (los años; 1992, 1994, 1997, 2000, 2004 y 2006), aunque la dirección teatral se ha mantenido en manos de profesionales prestigiosos. Con ello se ha cumplido un sueño añorado por muchos mellarienses: la representación de "Fuenteovejuna, en Fuente Obejuna y por Fuente Ovejuna"

Tema

El tema principal es el levantamiento del pueblo contra el abuso de poder del Comendador. Se plantea un conflicto social entre el señor feudal y sus vasallos. Ya en el primer acto queda esbozado el tema al querer el Comendador abusar de Laurencia y quedar reflejado el derecho de pernada. El pueblo no se propone cambiar el sistema social, busca, simplemente, justicia y para ello toma su mano y luego le pide a los reyes que avalen su acción. La unidad de todo el pueblo es la base del triunfo. No hay ningún vecino que, aun bajo tortura, señale al autor directo de las muertes, es el pueblo el que se rebela y ejerce la justicia, como se puede ver a las preguntas del juez se responde... La respuesta a la pregunta del juez se mantiene ¿Quién mató al Comendador? / Fuenteovejuna, Señor / ¿Quién es Fuenteovejuna? / Todo el pueblo, Señor. Llegan los reyes y restablecen el orden al reconocer la justicia del proceder del pueblo de Fuente Ovejuna. Se contrapone el amor cristiano de Frondoso por Laurencia y el deseo lascivo del Comendador. El triunfo ante la injusticia de la vida y el respaldo del poder a la misma finalizan alabanzas a los reyes y gritos contra la tiranía

Los temas que tejen el resto de obra son el amor y la ambición. Los amantes, Laurencia y Frondoso luchan por su amor contra las interferencias del Comendador. El abuso de poder mostrado por el Comendador tiene como contrapunto la actitud del pueblo, que no ansía poder sino justicia. Otro rasgo muy importante de la obra de Lope De Vega, es la feminidad y masculinidad que resaltan los personajes. Fernán Gómez tiene una característica muy importante de virilidad, debido a su carácter megalómano y dominante. Es justamente, esta forma de ser la que lo lleva a aborrecer a las mujeres, y violarlas si ellas no aceptan tener relaciones sexuales. En relación a la feminidad de los personajes, Laurencia es la más significativa. Tiene una actitud de mucha fuerza ante los hombres, y no teme de nadie ni de nada. Esto finaliza, cuando llega el casamiento con Frondoso,debido a la actitud protectora y contenedora que tiene el. A pesar de que sea considerada como el personaje mas femenino de la obra,Laurencia también actua con masculinidad a lo largo de la obra,como consecuencia de su fuerza y superacion,por ser campesina y estar en un status mas bajo que el resto,manifiesta mucho amor propio al autodefenderse.

Argumento

Primer acto. Fernán Gómez llega a la casa del Maestre Rodrigo Téllez de Girón. El comendador lo recibe y empiezan a entablar una conversación en la cual se trata el tema de la conquista de Ciudad Real por las tropas a las órdenes que éstos ostentan con objeto de liberar dicha ciudad para el rey, siendo ésta un punto estratégico muy preciado entre Castilla y Andalucía. En este acto se empieza a dar muestra de la rebeldía del pueblo ante los reyes católicos, además se notaba la unión que existia entre el pueblo para derrotar la tiranía y la injusticia expuesta crudamente a finales del siglo XV y principios del XVI. En este momento se ve el carácter de personaje del Comendador por ciertas frases ilícitas que este sugiere al Maestre. En todo momento Fernán Gómez recuerda al joven Maestre la forma que obtuvo su puesto por la muerte de su padre ya que su gobierno quedó mediado por la supervisión de otra persona que prontamente falleció, y ahora en su todavía juventud él tiene que gobernar sin ningún consejo, ni supervisión. Esta juventud (cosa que recalca Lope a lo largo de la obra) hace al Maestre confiar de pleno en todo lo que dice el Comendador y lo cual en cierto modo (cosa que también Lope pone mucho énfasis en denotar) lo exime de toda responsabilidad en los futuros acontecimientos.

Más tarde otra situación y de las más importantes del acto es la conversación de dos mujeres de Fuente Ovejuna: Pascuala y Laurencia. La conversación trata de la posibilidad que tiene Laurencia de “liarse” con Fernán Gómez ya que éste insistía antes de irse a la guerra desde hacía mucho tiempo en estar con ella. Sin embargo ella decía, que no por su categoría iba ella a rendirse ante él, siendo éste una persona que no la quería para casarse con ella sino que como ella afirma duramente él sólo la quiere para tenerla un tiempo y dejarla como había hecho ya con muchas otras. Aparecen en ese momento Frondoso, Barrildo y Mengo; otros tres convecinos que están discutiendo un tema sobre el cual las dos mujeres se interesan escuchando las apuestas que ellos hacían sobre quién sería el poseedor de la razón. El tema, bastante curioso, resultó ser si existía o no el amor, afirmando Mengo que no existía nada más que el amor por uno mismo y contradiciéndole los otros dos. Se establece un debate entre los cinco personajes, no sacando nada en claro. En estos momentos aparece Flores uno de los “ayudantes” del Comendador el cual empieza a relatar las maravillas de la guerra recién terminada y que había sido vencida por el bando del jefe del que así hablaba y del Maestre. Dirigiéndose después de la charla a la casa de la encomienda el Comendador se encuentra a Pascuala y a Laurencia en la puerta por casualidad. Éste las intenta convencer de que entren con él con la excusa y grandiosidad de su reciente batalla ganada. Estando éstas ignorándolo de mala manera éste dándose cuenta deja las palabras y pasa a los hechos y manda a sus protegidos Ortuño y Flores que las metan en la casa y si lo consiguiesen, que cerrasen

Segundo acto. El acto comienza con un diálogo sobre la astrología al que luego, Leonelo y Barrildo se incorporan, cambiando el tema a la utilidad de la enseñanza de la universidad salmantina. Llega pues Juan Rojo quejándose de la poca abundancia de bienes (cosecha) que hay en el pueblo, y claro, achacando el mal al que dirige el pueblo desde más arriba, es decir, el Comendador. Esto no saca pues el tema de los agravios de éste y del poco bien, además que trae al pueblo. Sale pues, el hombre del que todos hablaban acompañado, como no, de sus dos mancebos. Éste les hace sentarse para que escuchen lo que éste les tenía que decir, que no era sino la queja de que la hija del alcalde, Laurencia, no quería nada con él y la aún más fuerte y malhumorada queja de la necesidad del prendimiento de Frondoso por el agravio realizado en el campo hacia su persona. Los ciudadanos allí presentes, con su alcalde, además de hacer caso omiso a las quejas del mandatario le echan en cara todos los inconvenientes que éste está trayendo al pueblo. Fernán Gómez se enciende y echa a éstos con malos modos del lugar de reunión prometiendo una satisfacción de su parte. Poco después de dicho incidente aparece un soldado advirtiendo al jefe de la Encomienda que Ciudad Real está casi tomada por los Reyes Católicos y que tendrá que darse prisa si quiere impedirlo; esto hace que Fernán reúna a todos sus hombres y marche apresuradamente hacia la Ciudad Castellano Manchega. Antes de marchar éste tiene un incidente con una mujer que quiere llevarse con él (para variar) y que Mengo siendo el único hombre presente en el agravio impide a costa de un montón de latigazos. Frondoso vuelve a pedir el amor de Laurencia, que está ya más conmovida por la actuación valerosa de éste frente al Comendador, medio accede. En esos momentos llega el padre de Laurencia, el alcalde, y dándose cuenta de la situación da la mano de Laurencia a Frondoso. En Fuente Ovejuna se celebra la boda entre Frondoso y Laurencia, con los consiguientes cantos, bailes y alegría. En esos momentos aparece el Comendador y sus esbirros y pide a sus ayudantes que los meta presos a Frondoso y a Laurencia frente a todo el pueblo que observa admirado.

Tercer acto. Este tercer y último acto comienza con la reunión del pueblo con un tema principal: analizar el comportamiento del Comendador y si éste es en realidad merecedor de castigo; y, en ese caso, cómo se puede aplicar. En esos momentos aparece Laurencia toda maltrecha, recién escapada de su prisión, reclamando a gritos poder tomar parte y voz en el consejo de hombres que allí se está realizando. Con esto se recuerda además la prisión de Frondoso por defender sus derechos y los problemas que el Comendador siempre origina con las mujeres. Por otro lado Mengo suma su voz recordando los latigazos que le fueron propinados por otra razón semejante. El pueblo se organiza en un revuelo y decide tomar la justicia por su mano, tomando por la fuerza la casa de la Encomienda y asesinar al Comendador por sus maldades. Las dudas en cierto momento surgen por la carencia de armas en comparación de los guardianes de la casa antes nombrada y en nombre de quién realizarían la acción. Deciden pues hacerlo en nombre de Fuente Ovejuna y de los Reyes Católicos pensando que si a los reyes el poder les viene de Dios, qué mando debe poseer un Comendador para poder estar contra el rey.

Llegados pues al palacio del Comendador derrotan las puertas y a sus guardianes y matan a su dirigente clavando posteriormente su cabeza en una pica. A sus sirvientes, Flores y Ortuño, les dan buena cuenta las mujeres. En Fuente Ovejuna sus pobladores prometieron decir que el Comendador fue muerto por Fuente Ovejuna. Entonces llegado el juez al pueblo por medio de tortura, engaños y demás lo único que sacó del interrogatorio fue: ¿Quién mató al comendador?, Fuente Ovejuna, señor. Después de un exhaustivo interrogatorio volvió pues el juez al palacio del rey. El rey, al no entender lo ocurrido dejó paso para que el mismo pueblo se lo explicase. El pueblo de Fuente Ovejuna le dijo que todo había sido por los agravios que el Comendador les hacía y que todo lo hicieron en el nombre del rey mismo y de la reina. Don Fernando de Aragón al oír esto no tuvo más remedio que absolver al pueblo de toda culpa, y así fue.

El teatro de la Justicia Popular

"Fuenteovejuna" es considerada por muchos como la mejor obra de teatro de Lope de Vega. Dijo Tirso de Molina sobre el autor:"Lope de Vega ha elevado la comedia a tal punto de perfección y de sutileza, que él mismo puede formar escuela..." El pueblo es protagonista. Los representantes intermedios son viles, de bajos instintos y avasalladores. Los Reyes son justos y aplican con sabiduría la Justicia. La obra se presenta en tres actos. En el primero se presenta el ambiente (lugar y tiempo), los personajes, y el problema. En el segundo se van entrelazando los hechos. En el tercer acto se resuelven.

 Personajes

La reina ISABEL de Castilla
El REY Fernando de Aragón
Rodrigo Téllez Girón, MAESTRE de la Orden de Calatrava
Fernán Gómez de Guzmán, COMENDADOR Mayor de la Orden de Calatrava
Don Gómez MANRIQUE
Un JUEZ
Dos REGIDORES de Ciudad Real
ORTUÑO, criado del Comendador
FLORES, criado del Comendador
ESTEBAN, Alcaide de Fuenteovejuna
ALONSO, un regidor de Fuenteovejuna
Otro REGIDOR de Fuenteovejuna
LAURENCIA, labradora de Fuenteovejuna, hija de Esteban
JACINTA, labradora de Fuenteovejuna
PASCUALA, labradora de Fuenteovejuna
JUAN ROJO, labrador
FRONDOSO, labrador
MENGO, labrador gracioso
BARRILDO, labrador
LEONELO, Licenciado en derecho
CIMBRANO, soldado
Un MUCHACHO
LABRADORES y LABRADORAS
MÚSICOS

TEXTO FUENTE OVEJUNA
(FRAGMENTOS)

ACTO PRIMERO
COMENDADOR:


Pocos, pero mis criados;
que si de ellos os servís,
pelearán como leones.
Ya veis que en Fuenteovejuna
hay gente humilde, y alguna
no enseñada en escuadrones,
sino en campos y labranzas.

MAESTRE:
¿Allí residís?

COMENDADOR:
Allí
de mi encomienda escogí
casa entre aquestas mudanzas.
Vuestra gente se registre;
que no quedará vasallo.

MAESTRE:
Hoy me veréis a caballo,
poner la lanza en el ristre.

Vanse. Salen PASCUALA y LAURENCIA

LAURENCIA:
¡Mas que nunca acá volviera!

PASCUALA:
Pues a la hé que pensé
que cuando te lo conté
más pesadumbre te diera.

LAURENCIA:
¡Plega al cielo que jamás
le vea en Fuenteovejuna!

PASCUALA:
Yo, Laurencia, he visto alguna
tan brava, y pienso que más;
y tenía el corazón
brando como una manteca.

LAURENCIA:
Pues ¿hay encina tan seca
como ésta mi condición?

PASCUALA:
Anda ya; que nadie diga:
"de esta agua no beberé."

LAURENCIA:
¡Voto al sol que lo diré,
aunque el mundo me desdiga!
¿A qué efecto fuera bueno
querer a Fernando yo?
¿Casaráme con él?

PASCUALA:
No.

LAURENCIA:
Luego la infamia condeno.
¡Cuántas mozas en la villa,
del comendador fïadas,
andan ya descalabradas!

PASCUALA:
Tendré yo por maravilla
que te escapes de su mano.

LAURENCIA:
Pues en vano es lo que ves,
porque ha que me sigue un mes,
y todo, Pascuala, en vano.
Aquel Flores, su alcahuete,
y Ortuño, aquel socarrón,
me mostraron un jubón,
una sarta y un copete.
Dijéronme tantas cosas
de Fernando, su señor,
que me pusieron temor;
mas no serán poderosas
para contrastar mi pecho.

PASCUALA:
¿Dónde te hablaron?

LAURENCIA:
Allá
en el arroyo, y habrá
seis días.

PASCUALA:
Y yo sospecho
que te han de engañar, Laurencia.

LAURENCIA:
¿A mí?

PASCUALA:
Que no, sino al cura.

LAURENCIA:
Soy, aunque polla, muy dura
yo para su reverencia.
Pardiez, más precio poner,
Pascuala, de madrugada,
un pedazo de lunada
al huego para comer,
con tanto zalacotón
de una rosca que yo amaso,
y hurtar a mi madre un vaso
del pegado cangilón,
y más precio al mediodía
ver la vaca entre las coles
haciendo mil caracoles
con espumosa armonía;
y concertar, si el camino
me ha llegado a causar pena,
casar un berenjena
con otro tanto tocino;
y después un pasatarde,
mientras la cena se aliña,
de una cuerda de mi viña,
que Dios de pedrisco guarde;
y cenar un salpicón
con su aceite y su pimienta,
e irme a la cama contenta,
y al "inducas tentación"
rezalle mis devociones,
que cuantas raposerías,
con su amor y sus porfías,
tienen estos bellacones;
porque todo su cuidado,
después de darnos disgusto,
es anochecer con gusto
y amanecer con enfado.

COMENDADOR:
Alcalde, espantados vienen
esos crïados de ver
tan notable ligereza.

ESTEBAN:
Es una extremada pieza.
Pardiez, que puede correr
al lado de un delincuente
o de un cobarde en qüistión.

(...)
Sale JACINTA

JACINTA:
Dadme socorro, por Dios,
si la amistad os obliga.

LAURENCIA:
¿Qué es esto, Jacinta amiga?

PASCUALA:
Tuyas lo somos las dos.

JACINTA:
Del comendador crïados,
que van a Ciudad Real,
más de infamia natural
que de noble acero armados,
me quieren llevar a él.

LAURENCIA:
Pues, Jacinta, Dios te libre;
que cuando contigo es libre,
conmigo será crüel.
Vase LAURENCIA

PASCUALA:
Jacinta, yo no soy hombre
que te pueda defender.

Vase PASCUALA

(...)

Salen el COMENDADOR y CIMBRANOS

COMENDADOR:
¿Qué es eso? ¿A cosas tan viles
me habéis de hacer apear?

FLORES:
Gente de este vil lugar,
que ya es razón que aniquiles,
pues en nada te da gusto,
a nuestras armas se atreve.

MENGO:
Señor, si piedad os mueve
de suceso tan injusto,
castigad estos soldados,
que con vuestro nombre agora
roban una labradora
a esposo y padres honrados;
y dadme licencia a mí
que se la pueda llevar.

COMENDADOR:
Licencia les quiero dar...
para vengarse de ti.
Suelta la honda.

MENGO:
Señor!

COMENDADOR:
Flores, Ortuño, Cimbranos,
con ella le atad las manos.

MENGO:
¿Así volvéis por su honor?

COMENDADOR:
¿Qué piensan Fuenteovejuna
y sus villanos de mí?

MENGO:
Señor, ¿en qué os ofendí,
ni el pueblo en cosa ninguna?

FLORES:
¿Ha de morir?

COMENDADOR:
No ensuciéis
las armas, que habéis de honrar
en otro mejor lugar.

ORTUÑO:
¿Qué mandas?

COMENDADOR:
Que lo azotéis.
Llevadle, y en ese roble
le atad y le desnudad,
y con las riendas...

MENGO:
¡Piedad!
¡Piedad, pues sois hombre noble!

COMENDADOR:
Azotadle hasta que salten
los hierros de las correas.

(...)

Vanse. Salen el MAESTRE, el COMENDADOR, FLORES y ORTUÑO

COMENDADOR:
Huye, señor, que no hay otro remedio.

 MAESTRE:
La flaqueza del muro lo ha causado,
y el poderoso ejército enemigo.

COMENDADOR:
Sangre les cuesta e infinitas vidas.

MAESTRE:
Y no se alabarán que en sus despojos
pondrán nuestro pendón de Calatrava,
que a honrar su empresa y los demás bastaba.

COMENDADOR:
Tus designios, Girón, quedan perdidos.

MAESTRE:
¿Qué puedo hacer, si la fortuna ciega
a quien hoy levantó, mañana humilla?
Dentro

VOCES:
¡Victoria por los reyes de Castilla!

MAESTRE:
Ya coronan de luces las almenas,
y las ventanas de las torres altas
entoldan con pendones victoriosos.

COMENDADOR:
Bien pudieran, de sangre que les cuesta.
A fe que es más tragedia que no fiesta.

MAESTRE:
Yo vuelvo a Calatrava, Fernán Gómez.

COMENDADOR:
Y yo a Fuenteovejuna, mientras tratas
o seguir esta parte de tus deudos,
o reducir la tuya al rey católico.

MAESTRE:
Yo te diré por cartas lo que intento.

COMENDADOR:
El tiempo ha de enseñarte.

MAESTRE:
Ah, pocos años,
sujetos al rigor de sus engaños!

Vanse. Sale la boda, MÚSICOS, MENGO, FRONDOSO, LAURENCIA, PASCUALA, BARRILDO, ESTEBAN y alcalde JUAN ROJO. Cantan

MUSICOS:
"¡Vivan muchos años
los desposados!
¡Vivan muchos años!"

MENGO:
A fe que no os ha costado
mucho trabajo el cantar.

BARRILDO:
Supiéraslo tú trovar
mejor que él está trovado.

FRONDOSO:
Mejor entiende de azotes
Mengo que de versos ya.

MENGO:
Alguno en el valle está,
para que no te alborotes,
a quien el Comendador...

BARRILDO:
No lo digas, por tu vida;
que este bárbaro homicida
a todos quita el honor.

MENGO:
Que me azotasen a mí
cien soldados aquel día...
sola una honda tenía
[y así una copla escribí;]
pero que le hayan echado
una melecina a un hombre,
que aunque no diré su nombre
todos saben que es honrado,
llena de tinta y de chinas
¿cómo se puede sufrir?

BARRILDO:
Haríalo por reír.

MENGO:
No hay risa con melecinas;
que aunque es cosa saludable...
yo me quiero morir luego.

FRONDOSO:
Vaya la copla, te ruego,
si es la copla razonable.

MENGO:
"Vivan muchos años juntos
los novios, ruego a los cielos,
y por envidia ni celos
ni riñan ni anden en puntos.
Llevan a entrambos difuntos,
de puro vivir cansados.
¡Vivan muchos años!"

FRONDOSO:
¡Maldiga el cielo el poeta,
que tal coplón arrojó!

BARRILDO:
Fue muy presto.

MENGO:
Pienso yo
una cosa de esta seta.
¿No habéis visto un buñolero
en el aceite abrasando
pedazos de masa echando
hasta llenarse el caldero?
¿Que unos le salen hinchados,
otros tuertos y mal hechos,
ya zurdos y ya derechos,
ya fritos y ya quemados?
Pues así imagino yo
un poeta componiendo,
la materia previniendo,
que es quien la masa le dio.
Va arrojando verso aprisa
al caldero del papel,
confïado en que la miel
cubrirá la burla y risa.
Mas poniéndolo en el pecho,
apenas hay quien los tome;
tanto que sólo los come
el mismo que los ha hecho.

BARRILDO:
Déjate ya de locuras;
deja los novios hablar.

LAURENCIA:
Las manos nos da a besar.

JUAN ROJO:
Hija, ¿mi mano procuras?
Pídela a tu padre luego
para ti y para Frondoso.

ESTEBAN:
Rojo, a ella y a su esposo
que se la dé el cielo ruego,
con su larga bendición.

FRONDOSO:
Los dos a los dos la echad.

JUAN ROJO:
Ea, tañed y cantad,
pues que para en uno son.

Cantan

MÚSICOS:
"Al val de Fuenteovejuna
la niña en cabellos baja;
el caballero la sigue
de la cruz de Calatrava.
Entre las ramas se esconde,
de vergonzosa y turbada;
fingiendo que no le ha visto,
pone delante las ramas.
--¿Para qué te escondes,
niña gallarda?
Que mis linces deseos
paredes pasan.--
Acercóse el caballero,
y ella, confusa y turbada,
hacer quiso celosías
de las intricadas ramas;
mas como quien tiene amor
los mares y las montañas
atraviesa fácilmente,
la dice tales palabras:
-¿Para qué te escondes,
niña gallarda?
Que mis linces deseos
paredes pasan-."
Sale el COMENDADOR, FLORES, ORTUÑO yCIMBRANOS

COMENDADOR:
Estése la boda queda
y no se alborote nadie.

JUAN ROJO:
No es juego aqueste, señor,
y basta que tú lo mandes.
¿Quieres lugar? ¿Cómo vienes
con tu belicoso alarde?
¿Venciste? Mas, ¿qué pregunto?

FRONDOSO:
¡Muerto soy! ¡Cielos, libradme!

LAURENCIA:
Huye por aquí, Frondoso.

COMENDADOR:
Eso no; prendedle, atadle.

JUAN ROJO:
Date, muchacho, a prisión.

FRONDOSO:
Pues ¿quieres tú que me maten?

JUAN ROJO:
¿Por qué?

COMENDADOR:
No soy hombre yo
que mato sin culpa a nadie;
que si lo fuera, le hubieran
pasado de parte a parte
esos soldados que traigo.
Llevarlo mando a la cárcel,
donde la culpa que tiene
sentencie su mismo padre.

PASCUALA:
Señor, mirad que se casa.

COMENDADOR:
¿Qué me obliga que se case?
¿No hay otra gente en el pueblo?

PASCUALA:
Si os ofendió, perdonadle,
por ser vos quien sois.

COMENDADOR:
No es cosa,
Pascuala, en que yo soy parte.
Es esto contra el maestre
Téllez Girón, que Dios guarde;
es contra toda su orden,
es su honor, y es importante
para el ejemplo, el castigo;
que habrá otro día quien trate
de alzar pendón contra él,
pues ya sabéis que una tarde
al comendador mayor,
--¡qué vasallos tan leales!--
puso una ballesta al pecho.

ESTEBAN:
Supuesto que el disculparle
ya puede tocar a un suegro,
no es mucho que en causas tales
se descomponga con vos
un hombre, en efecto, amante;
porque si vos pretendéis
su propia mujer quitarle,
¿qué mucho que la defienda?

COMENDADOR:
Majadero sois, alcalde.

ESTEBAN:
Por vuestra virtud, señor,...

COMENDADOR:
Nunca yo quise quitarle
su mujer, pues no lo era.

ESTEBAN:
Sí quisistes... Y esto baste;
que reyes hay en Castilla,
que nuevas órdenes hacen,
con que desórdenes quitan.
Y harán mal, cuando descansen
de las guerras, en sufrir
en sus villas y lugares
a hombres tan poderosos
por traer cruces tan grandes;
póngasela el rey al pecho,
que para pechos reales
es esa insignia y no más.

 COMENDADOR:
¡Hola!, la vara quitadle.

ESTEBAN:
Tomad, señor, norabuena.

 COMENDADOR:
Pues con ella quiero darle
como a caballo brïoso.

ESTEBAN:
Por señor os sufro. Dadme.

PASCUALA:
¿A un viejo de palos das?

LAURENCIA:
Si le das porque es mi padre,
¿qué vengas en él de mí?

COMENDADOR:
Llevadla, y haced que guarden
su persona diez soldados.

Vase el COMENDADOR y los suyos

ESTEBAN:
Justicia del cielo baje.

Vase

PASCUALA:
Volvióse en luto la boda.

Vase

BARRILDO:
¿No hay aquí un hombre que hable?

MENGO:
Yo tengo ya mis azotes,
que aún se ven los cardenales
sin que un hombre vaya a Roma.
Prueben otros a enojarle.

JUAN ROJO: hablemos todos.
MENGO:
Señores,
aquí todo el mundo calle.
Como ruedas de salmón
me puso los atabales.


ACTO TERCERO

Salen ESTEBAN, ALONSO y BARRILDO

ESTEBAN:
¿No han venido a la junta?

BARRILDO:
No han venido.

ESTEBAN:
Pues más a priesa nuestro daño corre.

BARRILDO:
Ya está lo más del pueblo prevenido.

ESTEBAN:
Frondoso con prisiones en la torre,
y mi hija Laurencia en tanto aprieto,
si la piedad de Dios no los socorre...

Salen JUAN ROJO y el REGIDOR

JUAN ROJO:
¿De qué dais voces, cuando importa
tanto
a nuestro bien, Esteban, el secreto?

ESTEBAN:
Que doy tan pocas es mayor espanto.

Sale MENGO

MENGO:
También vengo yo a hallarme en esta
junta.

ESTEBAN:
Un hombre cuyas canas baña el llanto,
labradores honrados, os pregunta,
¿qué obsequias debe hacer toda esa gente
a su patria sin honra, ya perdida?
Y si se llaman honras justamente,
¿cómo se harán, si no hay entre nosotros
hombre a quien este bárbaro no afrente?
Respondedme: ¿Hay alguno de vosotros
que no esté lastimado en honra y vida?
¿No os lamentáis los unos de los otros?
Pues si ya la tenéis todos perdida,
¿a qué aguardáis? ¿Qué desventura es ésta?

JUAN ROJO:
La mayor que en el mundo fue sufrida.
Mas pues ya se publica y manifiesta
que en paz tienen los reyes a Castilla
y su venida a Córdoba se apresta,
vayan dos regidores a la villa
y echándose a sus pies pidan remedio.

BARRILDO:
En tanto que Fernando, aquél que humilla
a tantos enemigos, otro medio
será mejor, pues no podrá, ocupado
hacernos bien, con tanta guerra en medio.

REGIDOR:
Si mi voto de vos fuera escuchado,
desamparar la villa doy por voto.

JUAN ROJO:
¿Cómo es posible en tiempo limitado?

MENGO:
A la fe, que si entiende el alboroto,
que ha de costar la junta alguna vida.

REGIDOR:
Ya, todo el árbol de paciencia roto,
corre la nave de temor perdida.
La hija quitan con tan gran fiereza
a un hombre honrado, de quien es regida
la patria en que vivís, y en la cabeza
la vara quiebran tan injustamente.
¿Qué esclavo se trató con más bajeza?

JUAN ROJO:
¿Qué es lo que quieres tú que el pueblo intente?

REGIDOR:
Morir, o dar la muerte a los tiranos,
pues somos muchos, y ellos poca gente.

BARRILDO:
¡Contra el señor las armas en las manos!

ESTEBAN:
El rey sólo es señor después del cielo,
y no bárbaros hombres inhumanos.
Si Dios ayuda nuestro justo celo,
¿qué nos ha de costar?

MENGO:
Mirad, señores,
que vais en estas cosas con recelo.
Puesto que por los simples labradores
estoy aquí que más injurias pasan,
más cuerdo represento sus temores.

JUAN ROJO:
Si nuestras desventuras se compasan,
para perder las vidas, ¿qué aguardamos?
Las casas y las viñas nos abrasan,
¡tiranos son! ¡A la venganza vamos!

 Sale LAURENCIA, desmelenada

LAURENCIA:
Dejadme entrar, que bien puedo,
en consejo de los hombres;
que bien puede una mujer,
si no a dar voto, a dar voces.
¿Conocéisme?

ESTEBAN:
¡Santo cielo!
¿No es mi hija?

JUAN ROJO:
¿No conoces
a Laurencia?

LAURENCIA:
Vengo tal,
que mi diferencia os pone
en contingencia quién soy.

ESTEBAN:
¡Hija mía!

LAURENCIA:
No me nombres
tu hija.

ESTEBAN:
¿Por qué, mis ojos?
¿Por qué?

LAURENCIA:
Por muchas razones,
y sean las principales:
porque dejas que me roben
tiranos sin que me vengues,
traidores sin que me cobres.
Aún no era yo de Frondoso,
para que digas que tome,
como marido, venganza;
que aquí por tu cuenta corre;
que en tanto que de las bodas
no haya llegado la noche,
del padre, y no del marido,
la obligación presupone;
que en tanto que no me entregan
una joya, aunque la compren,
no ha de correr por mi cuenta
las guardas ni los ladrones.
Llevóme de vuestros ojos
a su casa Fernán Gómez;
la oveja al lobo dejáis
como cobardes pastores.
¿Qué dagas no vi en mi pecho?
¿Qué desatinos enormes,
qué palabras, qué amenazas,
y qué delitos atroces,
por rendir mi castidad
a sus apetitos torpes?
Mis cabellos ¿no lo dicen?
¿No se ven aquí los golpes
de la sangre y las señales?
¿Vosotros sois hombres nobles?
¿Vosotros padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor,
de verme en tantos dolores?
Ovejas sois, bien lo dice
de Fuenteovejuna el hombre.
Dadme unas armas a mí
pues sois piedras, pues sois tigres...
-Tigres no, porque feroces
siguen quien roba sus hijos,
matando los cazadores
antes que entren por el mar
y pos sus ondas se arrojen.
Liebres cobardes nacisteis;
bárbaros sois, no españoles.
Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¿Para qué os ceñís estoques?
¡Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,
y que os han de tirar piedras,
hilanderas, maricones,
amujerados, cobardes,
y que mañana os adornen
nuestras tocas y basquiñas,
solimanes y colores!
A Frondoso quiere ya,
sin sentencia, sin pregones,
colgar el comendador
del almena de una torre;
de todos hará lo mismo;
y yo me huelgo, medio-hombres,
por que quede sin mujeres
esta villa honrada, y torne
aquel siglo de amazonas,
eterno espanto del orbe.

ESTEBAN:
Yo, hija, no soy de aquellos
que permiten que los nombres
con esos títulos viles.
Iré solo, si se pone
todo el mundo contra mí.

JUAN ROJO:
Y yo, por más que me asombre
la grandeza del contrario.

REGIDOR:
¡Muramos todos!

BARRILDO:
Descoge
un lienzo al viento en un palo,
y mueran estos enormes.

JUAN ROJO:
¿Qué orden pensáis tener?

MENGO:
Ir a matarle sin orden.
Juntad el pueblo a una voz;
que todos están conformes
en que los tiranos mueran.

ESTEBAN:
Tomad espadas, lanzones,
ballestas, chuzos y palos.

MENGO:
¡Los reyes nuestros señores
vivan!

TODOS:
¡Vivan muchos años!

MENGO:
¡Mueran tiranos traidores!

TODOS:
¡Tiranos traidores, mueran!

Vanse todos

(...)

y más tan cerca del paso
y jornada que han de hacer.
Concertaos todos a una
en lo que habéis de decir.

FRONDOSO:
¿Qué es tu consejo?

ESTEBAN:
Morir
diciendo "Fuenteovejuna,"
y a nadie saquen de aquí.

FRONDOSO:
Es el camino derecho.
Fuenteovejuna lo ha hecho.

ESTEBAN:
¿Queréis responder así?

TODOS:
Sí.

ESTEBAN:
Agora pues, yo quiero ser
agora el pesquisidor,
para ensayarnos mejor
en lo que habemos de hacer.
Sea Mengo el que esté puesto
en el tormento.

MENGO:
¿No hallaste
otro más flaco?

ESTEBAN:
¿Pensaste
que era de veras?

MENGO:
Di presto.

ESTEBAN:
¿Quién mató al comendador?

MENGO:
Fuenteovejuna lo hizo.

ESTEBAN:
Perro, ¿si te martirizo?

MENGO:
Aunque me matéis, señor.

ESTEBAN:
Confiesa, ladrón.

MENGO:
Confieso.

ESTEBAN:
Pues, ¿quién fue?

MENGO:
Fuenteovejuna.

ESTEBAN:
Dadle otra vuelta.

MENGO:
¡Es ninguna!

ESTEBAN:
¡Cagajón para el proceso!


Sale el REGIDOR

REGIDOR:
¿Qué hacéis de esta suerte aquí?

FRONDOSO:
¿Qué ha sucedido, Cuadrado?

REGIDOR
Pesquisidor ha llegado.

ESTEBAN:
Echad todos por ahí.

REGIDOR:
Con él viene un capitán.

ESTEBAN:
¡Venga el diablo! Ya sabéis
lo que responder tenéis.

REGIDOR:
El pueblo prendiendo van,
sin dejar alma ninguna.

ESTEBAN:
Que no hay que tener temor.
¿Quién mató al comendador,
Mengo?

MENGO:
¿Quién? Fuenteovejuna.

Vanse. Salen el MAESTRE y un SOLDADO

(...)
Decid: ¿quién mató a Fernando?

ESTEBAN:
Fuenteovejuna lo hizo.

LAURENCIA:
Tu nombre, padre, eternizo;
[a todos vas animando].

FRONDOSO:
¡Bravo caso!

JUEZ:
Ese muchacho
aprieta. Perro, yo sé
que lo sabes. Di quién fue.
¿Callas? Aprieta, borracho.

NIÑO:
Fuenteovejuna, señor.

JUEZ:
¡Por vida del rey, villanos,
que os ahorque con mis manos!
¿Quién mató al comendador?

FRONDOSO:
¡Que a un niño le den tormento
y niegue de aquesta suerte!

LAURENCIA:
¡Bravo pueblo!

FRONDOSO:
Bravo y fuerte.

JUEZ:
Esa mujer al momento
en ese potro tened.
Dale esa mancuerda luego.

LAURENCIA:
Ya está de cólera ciego.

JUEZ:
Que os he de matar, creed,
en este potro, villanos.
¿Quién mató al comendador?

PASCUALA:
Fuenteovejuna, señor.

JUEZ:
¡Dale!

FRONDOSO:
Pensamientos vanos.

LAURENCIA:
Pascuala niega, Frondoso.

FRONDOSO:
Niegan niños. ¿Qué te espanta?

JUEZ:
Parece que los encantas.
¡Aprieta!

PASCUALA:
¡Ay, cielo piadoso!

JUEZ:
¡Aprieta, infame! ¿Estás sordo?

PASCUALA:
Fuenteovejuna lo hizo.

JUEZ:
Traedme aquel más rollizo,
ese desnudo, ese gordo.

LAURENCIA:
¡Pobre Mengo! Él es, sin duda.

FRONDOSO:
Temo que ha de confesar.

MENGO:
¡Ay, ay!

JUEZ:
Comienza a apretar.

MENGO:
¡Ay!

JUEZ:
¿Es menester ayuda?

MENGO:
¡Ay, ay!

JUEZ:
¿Quién mató, villano,
al señor comendador?

MENGO:
¡Ay, yo lo diré, señor!

JUEZ:
Afloja un poco la mano.

FRONDOSO:
Él confiesa.

JUEZ:
Al palo aplica
la espalda.

MENGO:
Quedo; que yo
lo diré.

JUEZ:
¿Quién lo mató?

MENGO:
Señor, ¡Fuenteovejunica!

JUEZ:
¿Hay tan gran bellaquería?
Del dolor se están burlando.
En quien estaba esperando,
niego con mayor porfía.
Dejadlos; que estoy cansado.
FRONDOSO:

¡Oh, Mengo, bien te haga Dios!
Temor que tuve de dos,
el tuyo me le ha quitado.

Salen con MENGO, BARRILDO y el REGIDOR















































































































































FUENTES CONSULTADAS